El post de esta semana va acabar con uno de los grandes mitos de nuestra cultura. Junto al “no te metas al agua que se te va a cortar la digestión” (https://www.mariairanzobiotec.com/corte-digestion-verdad-mito/), llega el “Bébete rápido el zumo que se le van las vitaminas”, que en alguna ocasión ha pronunciado tu madre…. ¡SIGUE LEYENDO!
En primer lugar, debemos concretar que la principal vitamina, aunque no la única, de la naranja, y por tanto de su zumo, es la vitamina C. La vitamina C está presente en frutas como las naranjas, los pomelos, el melón, las fresas y en hortalizas como el brócoli o los pimientos.
¿Cuál es su función en nuestro organismo?
Según la Fundación española de corazón: La vitamina C actúa como un potente antioxidante. Tiene un papel importante en la síntesis de colágeno, en la cicatrización de las heridas, en la función inmune y en la síntesis de neurotransmisores.
¿Y cuáles son las consecuencias de su déficit?
Debilidad, irritabilidad, adelgazamiento, mialgias y artralgias generalizadas. En los casos más graves estos síntomas evolucionan hasta el Escorbuto (empobrecimiento de la sangre, manchas lívidas, ulceraciones en las encías y hemorragias), enfermedad más común en países en vías de desarrollo.
A continuación, debemos concretar a dónde “se van las vitaminas”. Las vitaminas del zumo de naranja recién exprimido se oxidan al entrar en contacto con el aire. La oxidación es una reacción química en la que la sustancia oxidada pierde electrones, donándoselos a otra especie que se reduce. Y esto es precisamente lo que ocurre con la vitamina C. La vitamina C, también denominada ácido ascórbico, se oxida en presencia de aire y/o luz a ácido dehidroascórbico.
El ya popular experimento que realizó Alberto Chicote en uno de sus programas de televisión demostró que la vitamina C tarda en oxidarse hasta 12 horas.
¿Pero por qué digo que es un mito?
Porque nuestro cuerpo tiene la capacidad de convertir esta vitamina oxidada en vitamina C de nuevo, y utilizarla como tal. Es decir, pese a que la vitamina C del zumo se oxide completamente, al cabo de unas doce horas, la forma oxidada es igual de aprovechable.
Ojo, estamos hablando de la situación típica en cualquier hogar: exprimir una naranja y mantener el zumo a temperatura ambiente hasta que alguien decida bebérselo. Y recalco esto, porque la verdadera manera de que el zumo pierda la vitamina C es sometiéndolo a altísimas temperaturas, de al menos 100 grados, que consigan descomponer irreversiblemente esta molécula.
¿Cuál debería ser la frase coletilla de las madres?
“Bébete rápido el zumo que van a crecer bacterias”. Esto es lo más probable que ocurra al dejar el zumo a temperatura ambiente. Considerando la composición nutricional de este jugo, y teniendo en cuenta que contiene una gran cantidad de azúcar, es el medio ideal para que crezcan grandes cantidades de bacterias.
¿Qué ocurre con los zumos comerciales?
Exactamente lo mismo. Por lo general estos vienen envasados en recipientes oscuros y sin entrar en contacto con el aire exterior. Ojo, siempre que sean zumos naturales, derivados exclusivamente del exprimido de la naranja. Los zumos altamente procesados tienen otros muchos aditivos que contribuyen a su conservación.
En resumen, al zumo de naranja no se le van las vitaminas a ningún sitio. La vitamina C se oxida y se transforma en otra sustancia que pasa a ser de nuevo vitamina C, en nuestro organismo. Y ojo, porque la oxidación tarda al menos 12 horas, y puede producirse por efecto del aire o la luz. La única forma de quedarnos sin vitaminas, es que se nos ocurra calentar el zumo a temperaturas de al menos 100 grados que las degraden por completo.
Eso sí, no hagamos pruebas estúpidas, porque lo único que conseguiremos al dejar a temperatura ambiente un zumo de naranja recién exprimido, durante un largo periodo de tiempo, es que crezcan en él una gran numero de bacterias, y que gane, además, un cierto sabor amargo algo desagradable.
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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS: