Parece un mito, ¿verdad? ¡Pues no del todo!
En primer lugar, decir que del hipo tiene la culpa el diafragma. El diafragma es un músculo situado entra la cavidad torácica y la abdominal, y su función recae en la respiración. Al inspirar el diafragma se contrae, aumentando la capacidad de la cavidad torácica y permitiendo que el aire entre en los pulmones. Por el contrario, al espirar, el diafragma se relaja, reduciendo de nuevo el tamaño del tórax e impulsando la salida de aire de los pulmones.
¿Y el hipo? El diafragma puede irritarse debido a factores como una comida rápida y abundante, nervios o algún tipo de irritación en la garganta o el estómago. La irritación de este músculo hace que se contraiga bruscamente (aumenta la capacidad de los pulmones) y que, consecuentemente entre una gran cantidad de aire de manera inesperada.
Este aire chocará contra tu laringe, hará que tus cuerdas vocales se cierren y que se produzca ese característico sonido.
¿Qué tienen de cierto los remedios clásicos para deshacernos de él?
Empezaremos por el susto. Parece falso, lo sé, pero tiene una cierta lógica. Cuando nos asustamos nuestro cuerpo libera una hormona, la adrenalina. Y oh, sorpresa, una de las funciones de la adrenalina es controlar el diafragma. Hay que pensar que frente a una situación de miedo o susto, nuestro cuerpo entra en estado de “alerta” secretando esta hormona. La respuesta de nuestro cuerpo a esa situación es aumentar la capacidad respiratoria para “huir”, entre otras muchas, y de forma muy simplona. De ahí que sea necesario un control eficaz sobre el diafragma mediado por esta hormona, y de ahí que el susto como remedio tenga cierta lógica.
Por otro lado, lo de “aguanta la respiración mientras bebes 7 tragos de agua”, también puede tener su explicación. Al aguantar la respiración el CO2 no puede ser liberado y se acumula en nuestra sangre. Esto el cerebro lo interpreta como una necesidad de “activar” los nervios que inervan el diafragma para solucionar lo que “va mal” en nuestros pulmones.
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