Las vacunas, en general, tienen una misión principal, exponer al sistema inmune frente a una sustancia patógena, que se genere una respuesta y que el sistema recuerde esas sustancias extrañas. De esta forma, si hay una infección posterior, el sistema inmune está preparado para atacar mucho más rápido y efectivamente.
Con el cáncer ocurre lo mismo. Si inyectas sustancias propias del tumor del paciente, el sistema inmune generará una respuesta contra ellas y contra el propio tumor. Las vacunas contra el cáncer se utilizan para ayudar a que el organismo rechace los tumores o evite que reaparezcan.
Existen dos tipos diferentes de vacunas: vacunas para prevención y vacunas para tratamiento, que tal y como su propio nombre indica se puede adivinar para que se utiliza cada una.
¿EL SIGUIENTE TRATAMIENTO? ¡Los inhibidores de la angiogénesis!
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