Pasemos, quizás, al más famoso de los tratamientos contra el cáncer, ya que todo el mundo ha oído hablar alguna vez de la quimioterapia. La quimioterapia es una de las modalidades terapéuticas más empleadas en el tratamiento del cáncer y engloba a una gran variedad de fármacos que destruyen las células cancerosas.
El objetivo de la quimio es destruir las células que componen el tumor, con el fin de lograr la reducción de la enfermedad. A los fármacos empleados en este tipo de tratamiento se les denomina fármacos antineoplásicos o quimioterápicos.
Estos fármacos llegan prácticamente a todos los tejidos del organismo, y ahí es donde ejercen su acción, siendo sus células diana aquellas que tengan una alta tasa de multiplicación. ¿Cuál es entonces el principal problema de la quimio? Que actuará sobre todas las células que se multipliquen rápidamente, ya sea sobre las malignas del tumor como sobre otras sanas (sangre, boca, sistema digestivo y folículos pilosos). Debido a la acción de los medicamentos antineoplásicos sobre estas últimas, pueden aparecer una serie de efectos secundarios: caída del cabello, fatiga, nauseas, vómitos, diarrea, ulceras, estreñimiento…
¿EL SIGUIENTE TRATAMIENTO? ¡La radioterapia!
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