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Agroalimentación en el centro de la bioeconomía

27 de febrero de 2020

Ayer tuve el placer de asistir, y lo que es mejor, exponer, en la jornada de Agroalimentación en el centro de la bioeconomía organizada por BioVegen y ASEBIO en la sede de la comisión europea. ¿Cuál fue mi papel? Poner de manifiesto el papel clave de la divulgación científica en el establecimiento de la bioeconomía como modelo económico.

Tal y como habréis escuchado ya, se estima que para el año 2050 seremos unos 10.000 millones de habitantes en el mundo. Y como es previsible, para entonces va a ser prácticamente imposible que haya alimento para todos.

Pero ojo, porque tampoco seremos capaces de obtener energía para abastecer las necesidades de tal número de habitantes. Y esto siempre que el cambio climático que estamos generando no acabe con nuestro planeta antes. Frente a esta problemática (también lo del cambio climático) es necesario buscar alternativas: y aquí es donde surge la bioeconomía.

¿Qué es la bioeconomía?

Aunque podemos rencontrar definiciones muy técnicas y demasiado complejas:

Comisión Europea: «La producción de recursos biológicos renovables y la conversión de estos recursos y los flujos de residuos en productos de valor añadido, tales como alimentos, piensos, productos de base biológica y bioenergía”.

La OECD: «El conjunto agregado de las operaciones económicas en una sociedad que corresponde al valor latente en productos y procesos biológicos para captar nuevos beneficios de crecimiento y bienestar para los ciudadanos y naciones».

La bioeconomía es fácilmente definible con un ejemplo: el estiércol. Llevamos años utilizando un residuo animal para nutrir nuestros cultivos, unos cultivos que a su vez, serán útiles, no solo como alimento humano, si no también como alimento de nuevos animales. Animales, que volverán a producir dicho residuo.

Este concepto puede ser aplicable a otros muchos productos o residuos de origen vegetal: La madera se puede convertir en bioetanol, los aceites vegetales y las grasas animales en bioediesel, cultivos como la colza o el maíz en bioplásticos, y sin ir más lejos, el propio estiércol es útil para generar biogás.

¿Qué relación tiene con la biotecnología?

La biotecnología es la base de la bioeconomía. Todos sabemos que la biotecnología se basa en utilizar organismos, o sus derivados, en nuestro propio beneficio. Teniendo en cuenta esta premisa, ya solo convertir el residuo de un animal (estiércol), en un producto con valor añadido (biogás), es biotecnología.

Además de las propias materias primas, debemos considerar la necesidad de utilizar microorganismos como herramienta de transformación. En el mismo ejemplo, el estiércol, se requiere que unas bacterias (hidrolíticas, metanogénicas, homoacetogénicas…) lleven a cabo una reacción anaerobia (sin oxígeno) para generar el biogás.

¿Más ejemplos? Para producir bioetanol se requiere una fermentación alcohólica producida por levaduras (que por cierto, es la misma reacción que se utiliza para producir la cerveza). E incluso se podrían aplicar medidas de descontaminación haciendo uso de la biorremediación, pero eso ya es otro tema.

En resumidas cuentas, y desde mi punto de vista, comprender el concepto de bioeconomía, es ser capaz de preguntarse ¿Por qué seguimos refinando el petróleo y acabando con nuestro planeta, mientras nos deshacemos de los residuos vegetales, o animales? Más que nada, porque sabemos que estos residuos son aprovechables, y que los productos derivados, los bioproductos, son menos contaminantes.

Y ahora vamos con ellos, los bioproductos.  ¿Qué son los bioproductos o productos biotecnólogicos?

Según ASEBIO, “los bioproductos son los productos elaborados a partir de biomasa (materia orgánica que de origen vegetal o animal, incluyendo sus residuos y desechos orgánicos) o a partir de subproductos industriales, que son transformados, mediante procesos biotecnológicos que usan enzimas y microorganismos, y reintegrados en los ciclos de producción y consumo”.

Es decir, cualquier producto que se origina a partir de algo vivo (plantas, animales…) o de sus desechos; o bien cualquier producto, en cuyo proceso de elaboración de requiera algo vivo o sus derivados (microorganimos, plantas, enzimas derivadas de estos microorganismos…).

Si seguimos con el ejemplo del estiércol: es un producto biotecnológico o bioproducto por dos razones, primero, por derivarse de un residuo animal, y segundo porque para su utilización se necesita a estas bacterias.

Una vez entendidos los conceptos pasemos al papel de la comunicación en todo este proceso de adaptación a la bioeconomía.

¿Qué ocurre cuando una persona sin formación en ciencia oye hablar a un científico? Que lo que escucha son tecnicismos, términos que no comprende. Y cuando una persona escucha términos o conceptos que no comprende, la reacción natural es la desconfianza, el rechazo hacia ese mensaje o la interpretación errónea del mismo.

Sin ir más lejos, ¿qué ocurre con los transgénicos? Hay un rechazo generalizado a los mismos (por parte de los gobiernos, la adiministración, ciertos sectores de la sociedad, o el mismo ciudadano de a pie), cuando, la mayoría, ni si quiera ha terminado de entender qué son o cómo se producen.

Y esto ocurre porque falta una pieza clave en la cadena de información. El mensaje no puede pasar del laboratorio a la población directamente ya que se utilizan lenguajes muy diferentes. Se requiere que alguien re-interprete el mensaje de forma que se haga llegar a la población de manera entendible. Y es este mi papel, y el de otros tantísimos comunicadores-divulgadores, que día a día se esfuerzan por que la ciencia suene un poco menos rara en todos los hogares de este y el resto de países del mundo.

¿Cómo vamos a pretender que la población se decida a consumir bioproductos si nadie les ha hablado de ellos? Y ojo, porque no hablo de convencer. La divulgación no consiste en eso. La divulgación transmite de forma objetiva, proporcionando conocimiento, de forma que sea útil como herramienta para, que al menos, la persona que lo recibe adquiera una visión crítica.

¿Por qué se han agotado las mascarillas estos días con la emergencia del coronavirus? Porque a la gente nadie le ha dicho que la mayoría de las mascarillas que compran ni siquiera protegen de los virus. Y esto solo es un ejemplo, que al igual que otros muchos casos, solo se combaten con información y más información.

Tenemos que ser capaces de transmitir conocimiento, utilizando para ello cualquier medio a nuestra disposición: charlas, eventos, congresos, ponencias, asignaturas en los colegios, o lo que hoy está tan de moda y llega a tanta gente: internet y las redes sociales.

Pero ojo, porque debemos ser cuidadosos con esta última herramienta. Lo que tampoco podemos permitir es que personas con mucha influencia y poco conocimiento en el tema se permitan el lujo de afirmar y lo que es peor, aconsejar sobre ciencia. Tenemos que garantizar que el mensaje sobre ciencia lo transmitan personas con formación, con experiencia en el tema.

Y con esto acabo. Hace unas semanas me escribió una niña por las redes sociales preguntándome que al final, cuáles eran los beneficios reales de la biotecnología. Le habían afirmado, incluso algunos de sus profesores (lo que me parece aún más preocupante) que la biotecnología es contraproducente para el medio ambiente.

Señores, la desinformación (porque no llega) o mala información (porque la transmite quien no debe) hace mucho más daño del que nos podemos imaginar. No podemos pretender que una sociedad avance (en este caso hacia la bioeconomia), si el conocimiento (sobre bioeconomia y biorpoductos) no llega a toda la población.

*Ni a la población, ni al corrector de Word, ¿Cómo es posible que todavía detecte como incorrectas las palabras que llevan un bio- de prefijo (bioplásticos, bioeconomía, bioproductos…)?

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María Iranzo
María Iranzohttps://www.mariairanzobiotec.com/
Soy biotecnóloga por la Universitat de Lleida (UdL) y máster en Bioquímica, biología molecular y biomedicina por la Universidad Complutense de Madrid (UCM). Me dedico a la investigación biomédica pero me apasiona la biotecnología y la divulgación científica.

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